El veintitrés de julio de 1892, Alexander Berkman entró en la oficina del magnate Henry Clay Frick para matarlo. El asesinato sería, en la tradición libertaria, un attentat, una acción política violenta destinada a despertar la conciencia de la clase trabajadora de los Estados Unidos.
Tras ser juzgado y condenado a veintidós años de prisión, Berkman tuvo que hacer frente a una realidad que no se compadecía con su ideario anarquista. Sus memorias son, en este sentido, un doloroso proceso de aprendizaje condicionado por las condiciones brutales impuestas por la vida en prisión. |
Ningún otro libro aborda de forma tan sincera el comportamiento criminal en la hermética sociedad carcelaria, la homosexualidad o la extorsión. Ningún otro prisionero político se acerca a la simpatía de Berkman hacia aquellos que la mayoría de los revolucionarios denomina delincuentes comunes. Kenneth Rexroth
Alexander Berkman es uno de los héroes perdidos del radicalismo americano, una voz pura e insólita de la rebeldía. Howard Zinn
Estas memorias, narradas de manera clara y directa, un estilo absolutamente accesible pero, al mismo tiempo, muy sólido. El Confidencial
Muy interesante. Cambio 16
... poco a poco cobrando altura en su vuelo literario hasta acabar siendo un agudo retrato de la esencia humana y de la gesta revolucionaria de unos hombres que hoy, a la luz de una época marcada por la indiferencia y el capitalismo, parecen personajes de ficción. Carpe Diem
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