El bienestar de las sociedades occidentales se basa en una farmacopea de drogas de síntesis conocidas como «medicamentos». Fuera de esta clasificación se encuentran las «plantas prohibidas» (cánnabis sativa, amapola de opio y el arbusto de la coca) y las «drogas de diseño» elaboradas en laboratorios clandestinos. De estas últimas, el ciudadano tiene noticia regularmente en los telediarios por boca de periodistas hiperventilados.
Sin embargo, más allá de esta divisoria absurda y maniquea existe toda una cornucopia de sustancias naturales que podemos usar para los fines más diversos: para enfrentarnos a una tarea con más brío, para relajarnos tras el esfuerzo realizado, para viajar por mundos alternativos y adquirir conocimientos, para aumentar el placer sexual y también para conciliar el sueño.